RECUERDO DE RADIO

Hay días en que después de cierto descanso de la mente, de pronto despierta la memoria y nos lleva a tiempos ya idos, tiempos acaso un poco lejanos, pero que fueron parte y medida de la existencia nuestra. Así, la memoria, más descansada, nos transporta gratamente a esas zonas trozo de la propia historia. Y a veces ese reloj de la medida nuestra se detiene en algún sitio u hora especial, porque esa época, ese momento, por alguna razón fueron importantes.

Si retornamos hacia allá por la década del 40 ó del 50 del siglo pasado, una no puede dejar de memorar esos aparatos cordiales, en forma de capillita, los más antiguos. Y pronto, con formatos más modernosos, despojados, metalizados, rectangulares… Pero siempre con la garganta grata hablándonos.

Y era importante en la familia: después de las clases, de lunes a sábado entonces, en la primaria primero, después de la merienda (ese rito de tomar la leche), ¡Mami prendía la radio! Y sintonizaba por ejemplo Radio El Mundo (1), que con el tiempo (se propalaba desde 1935) sería pionera no sólo de la radiofonía de la Argentina, sino también de su cultura… Allí, a eso de las 16 horas, creo recordar, comenzaba “Los Pérez García” (2), una delicia familiar…era una suerte de rito esta escucha… Creo que luego venía el Glostora Tango Club (3), pero ya no nos importaba tanto… No recuerdo en qué frecuencia escuchábamos “Peter Fox…lo sabía” (4), fascinante.

Pero los sábados a la nochecita, con padre y madre, y ya siendo casi adolescentes con mi hermano, ese aparato tan respetado nos deparaba una experiencia muy especial. El teatro, leído por supuesto: en el programa Las Dos Carátulas (5) y (6), en Radio del Estado (nombre primero de la actual Radio Nacional). Este programa se propaló a partir del 9 de Julio de 1950, fecha de la creación de la radio. Ese nombre permanece como símbolo del teatro universal, así como la típica imagen de las dos máscaras juntas, la del dolor y la de la risa, exacto resumen visual de la vida misma. Sigue siendo uno de los programas de mayor duración en el tiempo, tanto en el mundo como en países de habla castellana: había comenzado este baluarte de la cultura de nuestro país, de larguísima permanencia y absoluto éxito. Sábado a sábado nos reuníamos alrededor del aparato escuchando los anuncios de autores y títulos en transmisiones que nos deleitarían o por lo menos nos permitirían conocer las grandes obras de la dramaturgia de todos los tiempos y lugares. Era un placer escuchar las creaciones teatrales de todos los géneros: drama, tragedia, comedias dramáticas, comedias de costumbres, el género criollo, el grotesco, etc.

Así escuchamos a lo largo de años, en familia, una enorme variedad de piezas de autores españoles como Calderón de la Barca, Lope de Vega, José Zorilla, Alarcón, Benavente, García Lorca. Los creadores ingleses nos llegaban estupendamente traducidos en infinidad de obras de Shakespeare en su amplísimo repertorio, la Santa Juana de George Bernard Shaw y la famosísima Lady Windermere, de Oscar Wilde.

La lista de autores argentinos sería cuantiosísima, así que menciono solamente a Martínez Paiva, a Tito Cossa, a Carella y M. Cuitiño para no alargar este recuerdo. Lo mismo sucede con autores latinoamericanos porque sería extensa la enumeración de figuras de los países hermanos de idioma común con el nuestro.

Durante algún tiempo las presentaciones estaban enmarcadas en el ciclo titulado “escenas en sintonía”. Por todos estos programas han pasado las voces de grandes artistas de la pantalla y de las tablas de nuestro país, dando así relieve a estas audiciones.

Hay días en que todavía quieren aparecer, por entre la nebulosa del recuerdo, esas imágenes especiales enmarcadas en nosotras y nosotros, entonces jóvenes. Con el tiempo, las audiencias familiares fueron mermando hasta casi perder esa tan mágica, aunque inolvidable sintonía.